jueves, 28 de febrero de 2008

Meditad en vuestros caminos.

Hageo; Eclesiastés 5:1-7

Voy a confesar algo que me sucedía. Las cosas que hacía, las cosas que tenía, se disipaban y venían a ser como nada, siempre faltaba, el dinero nunca estaba completo. Creí que era descuidado, pero sucedía todo el tiempo y sucedía también con las cosas que hacía. No fructificaban, invertía mi tiempo y es como si nada de lo que hacía valiera, proyectos muy interesantes. Cosas que después pude ver implementadas por alguien más, pero a su tiempo, nadie reconocía su valor. Si era empleado, siempre tenía la sensación de estar mal remunerado, el salario siempre era insuficiente. Si hacía un negocio, siempre tenía la sensación de haber perdido. ¿Por qué?

Cuando no era un hijo de Dios, entiendo que sucediera, pero si soy un hijo de Dios, ¿por qué tenía que pasar por todo esto? esto es algo increíble, y es una situación que viví así por largo tiempo, hablo de años.

¿Cómo cambiar esto? Lo primero que debía encontrar es la raíz del problema. ¿Es una raíz física o espiritual? La respuesta es ambas. Dios trabaja en el plano espiritual afectando el plano físico 100% a su voluntad. Vamos entonces a la raíz espiritual, ¿de dónde viene mi mal?
Dios me dio la respuesta en Hageo y Eclesiastés. No es el diablo, el diablo no tiene poder sobre mí, es Dios mismo quien ha hecho que la obra de mis manos no fructifique, ¿por que? Sin duda algo andaba mal en mi corazón. Promesas incumplidas, palabras de más, la obra suya hecha indolentemente y con mediocridad, el temor suyo olvidado. ¿Cómo remediarlo? la respuesta me la dio Dios en Ecle 5:6-7 y Hageo 1:12

Y oyó Zorobabel hijo de Salatiel, y Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del profeta Hageo, como le había enviado Jehová su Dios; y temió el pueblo delante de Jehová.
Hageo 1:12

No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel, que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos? Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.
Eclesiastés 5:6-7

Al pueblo de Dios le sucedió algo similar. Vueltos del cautiverio de Babilonia, Zorobabel y Jesúa lideraron la reconstrucción del templo de Dios en Jerusalén. Pero cuando ya se habían echado los fundamentos del templo, los enemigos de los judíos enviaron cartas al rey de los persas persuadiéndolo del mal que vendría sobre él si los judíos lograban terminar la construcción de aquel templo. El rey Asuero envió a detener la obra con violencia.

Cuando un hombre le ha entregado su vida a Cristo, los cimientos de una nueva vida han sido echados. La Palabra de Dios dice que Jesús es ese fundamento:

Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
1 Corintios 3:10-11

Así que cada cristiano, al elegir sus caminos, está en su vida edificando templo a Dios.

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
1 Corintios 3:16

Estos judíos estaban atemorizados por las presiones de sus enemigos, así que detuvieron la obra del templo y decidieron que cada quién se dedicara a hacer su vida como mejor pudiera, ocupándose cada quien de sus negocios, pensando que esta relativa paz estaba agradando a Dios. Estos fueron los tiempos cuando los judíos vivieron plantando mucho y recogiendo poco, esperando mucho y recibiendo poco.
Pero viene palabra del profeta Hageo y de Zacarías, y el temor de Dios se apoderó del remanente del pueblo de Dios, quienes, contra toda presión de sus enemigos prefirieron reiniciar la obra del templo, continuar su edificación temiendo a Dios antes que a sus enemigos y que al rey de Persia.
Sabiendo que el temor de Dios vendría nuevamente al pueblo, y habría sinceridad en las ofrendas y excelencia en el trabajo para Dios, el Señor dice:

Meditad, pues, en vuestro corazón, desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazón. ¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré.
Hageo 2:18-19

Dios finalmente puso gracia en el rey Darío de Persia, quien respaldó a los judíos para terminar la obra y levantaron el templo, y toda obra prosperó en sus manos.

Señor, he decidido oír tu voz antes que circunstancias, pensar en tu misericordia y amor antes que en las cosas que me envuelven. Tú dijiste que buscáramos primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas nos serian añadidas.
Señor gracias por tu misericordia y tu voluntad de hacernos el bien, y que entendamos que estando en ti y sujetos a ti tendremos paz por todos lados, y aún si vientos violentos nos amenazaran, su final será para bien y victoria tuya y nuestra. Bendito seas por todas mis generaciones. Amén.

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